Son muchos segundos los que vivimos, minutos, horas, días. Muchos momentos que vamos archivando en algún lugar, seguro, donde siempre permanecerán y probablemente no exista ninguna tecla a modo Escape donde estos puedan eliminarse.
Tampoco creo que se trate de eso. Esos momentos relatan nuestra vida, nuestra experiencia. Ellos registran nuestras decisiones, los pasos exactos que hemos ido dando a lo largo de nuestros días, meses, años…
Es curioso como cada momento va acompañado de una sensación que mas tarde o mas temprano se convertirá en recuerdo y, al mismo tiempo, en lo mas profundo de ese lugar donde todos se encuentran, estará guardado de manera que acceder a él nos puede resultar agradable, excitante, doloroso, terrorífico incluso claustrofóbico.
Con los años, esos momentos transformados en recuerdos van cambiando de lugar y dan paso a otros nuevos; mas frescos, recientes, sentidos… y éstos, ocuparán ahora un lugar que nunca antes hubiéramos imaginado.
Todo aquello que un día resultó ser lo mas maravilloso que te había sucedido en la vida, de repente, lo guardaste en la caja mas profunda de tu ser, donde llegar a él te resulta casi imposible, a veces oscuro, tembloroso… hasta que una mañana, de esas que te sirves un café, te asomas a la ventana, escuchas una canción y ligeramente viene a tu cabeza una imagen, una sensación y un pensamiento…
¡Te sorprendes!
Lo que un día te destruyó, te ayudó a crecer y hoy le has dado los buenos días con café recién hecho y una sonrisa.
Pues, ¿así es la vida no? Una sucesión de momentos, donde muchos pasarán al recuerdo y otros seguiremos manteniendo. Lo que hoy nos hace llorar mañana podrá hacernos reír. Lo importante de todo esto es que tenemos la suerte de poder vivirlo, experimentarlo, archivarlo y contar. Crecer, sentir, equivocarnos y volvernos a levantar. Almacenando muchos momentos, muchos recuerdos , en diferentes cajas, cada una en sus profundidades; sacarlas, cambiarlas de sitio, almacenar nuevas. Volver a distribuirlas y rebuscar entre ellas. Escuchar canciones que nos lleven a los momentos, a los vividos, a como realmente fueron. Sin dolor, sin reproches, simplemente momentos.
Porque ahora mismo estamos creando uno nuevo.
Por un motivo u otro, todos estamos formando parte de estos MOMENTOS, aqui y allá, en una ciudad u otra. Puede parecer un tópico o quizás un cuento infantil. Lo cierto, o al menos para mí, es que cada lugar tiene un ritmo de vida y esto repercute en la velocidad de tus días, tus pensamientos, tus experiencias.
Hay ciudades en las que fluyes sin darte cuenta, tu propia experiencia en cada una de ellas te hace vivirlas todas por igual, hasta que un día te avisa y te pide que pares, que observes y respires. Tu alrededor influye. En ti, en tu energía, en tus pensamientos.
Sirenas sin cola, agudas y penetrantes como una pelicula de ciencia ficción.
Asi como el contoneo de una Ola en la orilla del Mar rebaja nuestro pulso, un marco extremo nos exalta sin preguntar.
Lo mas bonito de todo esto es la oportunidad. La oportunidad de vivirlo, de analizarlo, de conocerte. Valorarlo, examinarlo y elegír.