¡¡ Muy Buenos días !!
Se acerca un fin de semana largo por este lado del charco. Los americanos celebran lo que ellos llaman el “Memorial Day” , en conmemoración a todos aquellas personas que murieron durante la primera Guerra Mundial mientras servían a las Fuerzas Armadas. Supongo que como todo día conmemorativo, con los años acaba convirtiendose en días festivos, familiares, festines y poco queda de Luto. Asi que por aquí, aprovechan para dar la bienvenida al buen tiempo, reunirse en familia, llenar los parques de picnics y eventos deportivos; barbacoas, eventos culturales y mil y un plan más.
Yo de momento me dejaré llevar y aprovecharé el fin de semana de la manera que más me gusta… ¡ sobre la marcha !
Estas ultimas semanas entre castings, fugaz viaje a Europa y un par de shootings en la ciudad, me han dado ganas de dedicar este post a la ciudad que me está haciendo recorrerme medio mundo para pasar en ella solo dos días.
Les hablo de Copenhague…
Copenhague es una de esas ciudades de las que habia escuchado hablar en varias ocasiones pero nunca pensé que fuera a pisarla por mi cuenta. Aún viniendo recomendada por un gran amigo cuyo instinto, gusto y sensibilidad es abrumador pero ya saben, en casa de herrero cuchara de palo y aunque no venga mucho a cuento este refrán… cuando viajar es tu medio de transporte, muchas veces cuando puedes hacerlo por decisión propia te quedas en casa. Y eso es lo que me pasa a mí. Cada vez que encuentro tiempo para escaparme, recurro a mi querida Gran Canaria y no hay quien me mueva!
Bueno, la realidad es que es la cuarta vez que visito la ciudad y cada vez que me toca trabajar allí lo asocio a unos días mágicos. En invierno tuve la oportunidad de pasearla, observarla, trabajar en un marco incomparable. En medio de un lago, en una ” boat- house” en una “casa barco” vamos. fue increíble. A menos… no se cuantos grados… había mas bicicletas que coches circulando; los bares llenos de gente joven. Ambientados a media luz, hilo musical para recordar. Restaurantes pequeños, acogedores. La gente especialmente amable, sonriente, agradecida. Felices. Es una ciudad FELIZ. Esa fue mi percepción.
Esta ultima vez, hacia menos frío y aproveché para dar un largo paseo al llegar a la ciudad, después de casi 14 horas de viaje ( Nueva York, escalas y toda esa retahíla… ). Me encontré con un parque gigante “Orstedsparken” . Muy verde, con gente alrededor tumbados en mantas, hablando, riendo o simplemente leyendo. Un poquito más allá, un mercado de esos modernos, el mercado “Torvehallerne”. Para los que han visitado el mercado de “San Miguel” en Madrid, sabrán de lo que hablo. Muchos puestos llenos de exquisita muestra gastronómica. Quesos, vinos, pinchos, aceitunas, pastas, huevos… Oh dios mío! Un sueño.
Me perdí entre sus estrechas calles, zona comercial, el ” Tivoli” uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo y con ello, deduzco seguí por el casco antiguo. A la mañana siguiente, con todo mi jet lag, me enfundé mis playeras de correr y me lancé a la calle en busca de la sanación mental. Chispeaba bastante y olvidé traerme mi ajustada camiseta térmica para estas ocasiones así que…no me quedó mas remedio que correr con el abrigo puesto. Si. Hasta la rodilla, abultado y con capucha de pelo. Eso son ganas, lo demás un engaño.
De ahí al hotel, ducha, desayuno y al estudio.
El segundo día no hubo quien me sacara de la cama antes de la hora necesaria para coger carretera durante una hora hasta la localización. Una casa en medio de una ladera ( zona de veraneo de los daneses) cerca de la playa. Un frío que no quiero ni recordar pero cuando trabajas con un gran equipo detrás, como es mi querida family “Jackpot “, olvidas hasta que no sientes tus extremidades.
De ahí al aeropuerto y se acabó Copenhague. ¿ No es bonito ?